Un estudio del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) confirma que las regiones del cerebro pueden intercambiar funciones y adaptarse para realizar tareas que en principio no les “corresponden”. El trabajo, realizado con ciegos de nacimiento, demuestra que pueden usar el córtex visual para el lenguaje.
Nuestro cerebro no es una máquina con departamentos estancos que se ocupan de diferentes funciones, sino un espacio interconectado y mucho más flexible de lo que pensamos. Aunque determinadas funciones se localizan en áreas muy concretas, los científicos sospechan desde hace años que algunas zonas del cerebro son capaces de readaptar sus funciones para suplir determinadas carencias.
A mediados de los años 90, por ejemplo, un estudio demostró que los ciegos podían utilizar parte de su córtex visual (la zona del cerebro que se ocupa de la vista) para tareas no visuales, como la lectura en Braille. Ahora, un estudio realizado por la neurocientífica Rebecca Saxe y su equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) acaba de confirmar estas sospechas y va más allá: demuestra que el córtex visual es capaz de cambiar radicalmente de función y adaptarse a nuevas tareas.
El experimento de Saxe y su equipo consistió en una serie de pruebas con sujetos ciegos de nacimiento, mezclados con otros que podían ver, a los que sometió a escáneres cerebrales de resonancia magnética mientras escuchaban o construían frases. Y lo que descubrieron es que estas áreas se activaban en la misma medida que lo hacen áreas específicas del lenguaje como el área de Brocca y de Wernicke. De hecho, en las personas ciegas de nacimiento, el córtex visual mostraba más actividad que en las personas que ven.
“La idea de que determinadas regiones cerebrales puedan pasar de la visión al lenguaje es una locura”, asegura a New Scientist Evelina Fedorenko, una de las autoras del estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). “Esto sugiere que la función intrínseca de una región está restringida sólo vagamente y que la experiencia puede tener un gran impacto en la función de un pedazo de tejido”.
“Tu cerebro no es una cosa pre-empaquetada”, asegura Marina Bedny en MIT News. “No se desarrolla con una trayectoria fija, más bien es un kit de herramientas para autoconstruirse”. “No hemos demostrado que cualquier parte del lenguaje se pueda realizar con el córtex visual”, matiza, “sólo sugerimos que una parte del cerebro puede participar en el proceso del lenguaje sin haber evolucionado para eso”.
Estudios anteriores demostraban que el cerebro puede usar una región neuronal dedicada a un sentido (la vista, el olfato, el oído…) y aprovecharla para otro, pero este experimento va más allá. “El fondo de este estudio”, asegura Amir Amedi, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, “ es que el cerebro puede hacer algo incluso más sensacional que convertir un sentido en otro. Lo que muestra es que una parte del cerebro se transforma espontáneamente por el hecho de que uno ha nacido sin visión”.
Otra de las cuestiones interesantes por determinar es por qué el área visual pasa a participar en estos procesos si las personas ciegas tienen intacta su área del lenguaje. Los investigadores aseguran que esta “redistribución” cambia las reglas del juego, por decirlo de alguna manera. Al no realizar sus tareas concretas, sostienen, la región entra en competición para ver quién hace qué.
Ahora los científicos piensan que esta redistribución puede dar incluso una ventaja en el proceso del lenguaje a los ciegos de nacimiento. Y sus trabajos continuarán en esta línea: averiguar si los nacidos invidentes pueden desarrollar tareas lingüísticas más complejas que el resto gracias a esta adaptación de su cerebro.
Nuestro cerebro no es una máquina con departamentos estancos que se ocupan de diferentes funciones, sino un espacio interconectado y mucho más flexible de lo que pensamos. Aunque determinadas funciones se localizan en áreas muy concretas, los científicos sospechan desde hace años que algunas zonas del cerebro son capaces de readaptar sus funciones para suplir determinadas carencias.
A mediados de los años 90, por ejemplo, un estudio demostró que los ciegos podían utilizar parte de su córtex visual (la zona del cerebro que se ocupa de la vista) para tareas no visuales, como la lectura en Braille. Ahora, un estudio realizado por la neurocientífica Rebecca Saxe y su equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) acaba de confirmar estas sospechas y va más allá: demuestra que el córtex visual es capaz de cambiar radicalmente de función y adaptarse a nuevas tareas.
El experimento de Saxe y su equipo consistió en una serie de pruebas con sujetos ciegos de nacimiento, mezclados con otros que podían ver, a los que sometió a escáneres cerebrales de resonancia magnética mientras escuchaban o construían frases. Y lo que descubrieron es que estas áreas se activaban en la misma medida que lo hacen áreas específicas del lenguaje como el área de Brocca y de Wernicke. De hecho, en las personas ciegas de nacimiento, el córtex visual mostraba más actividad que en las personas que ven.
“La idea de que determinadas regiones cerebrales puedan pasar de la visión al lenguaje es una locura”, asegura a New Scientist Evelina Fedorenko, una de las autoras del estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). “Esto sugiere que la función intrínseca de una región está restringida sólo vagamente y que la experiencia puede tener un gran impacto en la función de un pedazo de tejido”.
“Tu cerebro no es una cosa pre-empaquetada”, asegura Marina Bedny en MIT News. “No se desarrolla con una trayectoria fija, más bien es un kit de herramientas para autoconstruirse”. “No hemos demostrado que cualquier parte del lenguaje se pueda realizar con el córtex visual”, matiza, “sólo sugerimos que una parte del cerebro puede participar en el proceso del lenguaje sin haber evolucionado para eso”.
Estudios anteriores demostraban que el cerebro puede usar una región neuronal dedicada a un sentido (la vista, el olfato, el oído…) y aprovecharla para otro, pero este experimento va más allá. “El fondo de este estudio”, asegura Amir Amedi, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, “ es que el cerebro puede hacer algo incluso más sensacional que convertir un sentido en otro. Lo que muestra es que una parte del cerebro se transforma espontáneamente por el hecho de que uno ha nacido sin visión”.
Otra de las cuestiones interesantes por determinar es por qué el área visual pasa a participar en estos procesos si las personas ciegas tienen intacta su área del lenguaje. Los investigadores aseguran que esta “redistribución” cambia las reglas del juego, por decirlo de alguna manera. Al no realizar sus tareas concretas, sostienen, la región entra en competición para ver quién hace qué.
Ahora los científicos piensan que esta redistribución puede dar incluso una ventaja en el proceso del lenguaje a los ciegos de nacimiento. Y sus trabajos continuarán en esta línea: averiguar si los nacidos invidentes pueden desarrollar tareas lingüísticas más complejas que el resto gracias a esta adaptación de su cerebro.
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